Porque cuando no hay más nada que te inspire a levantar la cabeza, lo único que nos queda para seguir es la disciplina. Esta disciplina está motorizada por el amor que te tenes.
Por eso es un sí enorme, rotundo, al amor propio. Aprender a cultivar este amor te va a llevar a la felicidad sincera. A la posibilidad de adorar la vida con todo lo mágico que tiene. A encontrar sorpresas en lo cotidiano.
Continuará...